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This article is written by a student writer from the Her Campus at Albizu chapter.

Tal vez en muchas ocasiones hemos escuchado sobre el concepto; privilegio y cómo unas personas en la sociedad son más privilegiadas que otras. Inclusive, en algún momento hemos llegado a sentir que personas que nos rodean tienen ciertos privilegios, que le permiten un mejor acceso a servicios, menos discrimen, mejor estatuto social, etc. 

Pero en sí, ¿qué significa el privilegio social? 

En palabras sencillas, el privilegio social se refiere a los beneficios sociales que poseemos, que no necesariamente nos hemos ganado y que generalmente no los reconocemos. 

Ahora bien, el privilegio social no solo se adscribe a un asunto meramente de clase social o raza. La importancia de conversar sobre el privilegio social, es en sí, cuestionar nuestro rol dentro de la sociedad. Una sociedad que coexiste de la inherente diferenciación de movibilidades y accesibilidad a recursos. Esta marcada diferenciación del otrx, nos da la apertura a que podamos reflexionar sobre nuestros propios beneficios. 

La realidad es que dentro de nuestra estructura social existen grupos que, ya sea por factores históricos, sociales, políticos y/o culturales, gozan de ciertos privilegios que los posicionan favorablemente en la sociedad. Algunos ejemplos son: personas de tez blanca, los hombres, las personas cristianas, personas que se consideran heterosexuales y aquellxs que pertenecen a una clase socioeconómica alta. 

Estos ejemplos, representan en gran parte los discursos ideales de normalidad que en la práctica y existencia, al ser asumidos como lo esperado y normal, ponen en desventajas todo lo que no encaje en esas categorías. Es decir, sí, ser mujer, ser gay, lesbiana, bisexual o trans, ser atex, ser negrx te pone en desventaja porque no son ideales que la sociedad entiende como ‘normales’. 

¿Por qué es difícil hablar y reconocer nuestros privilegios?

En Puerto Rico existe la tendencia de hablar del privilegio desde el marco de clase social, únicamente. Nuestro bagaje colonial, que implica experiencias de discrimen y prejuicio entre otras, pudiese dificultar que podamos sentirnos e identificarnos como privilegiadxs. 

Además, este tema y concepto, muchas veces solo se problematiza y se discute en espacios y sectores académicos. Lo que imposibilita que las personas aprehendan el mismo. 

Puede ser que aún leyendo este artículo pienses: Yo no me siento privilegiadx. Esto puede ser por varias razones:

  1. Generalmente, el privilegio no se siente porque se asume como parte de la ‘normalidad’. Es decir, que es algo que no se cuestiona, sino que solo se vive porque es la manera “tradicional” de ser. 
  2. El privilegio es complejo. Cada cual como individuo asume muchas identidades (p.e raza, estatus social, sexo, género,etc), donde pudieses experimentar privilegio en algunos ámbitos de tu vida, y en otros no. Inclusive, por otras categorías que te adscribes, ser desventajadx. 
  3. El privilegio implica cierto grado de poder, y en ocasiones no querer reconocerlo es no querer renunciar a esa posición de poder. 

Importancia de reconocer el privilegio

Los privilegios deben ser reconocidos y reflexionados, para que puedan ser utilizados de manera positiva, promoviendo cambios importantes y de impacto social. 

Para que una sociedad logre ser más diversa, empática y justa, tiene como tarea discutir y problematizar estos asuntos. La justicia social se alimenta de (de)construir las opresiones que existan, ya sea por raza, sexo, género, etc. La interseccionalidad es la mejor lucha con las desigualdades. 

Todxs en nuestra constitución identitaria poseemos algún tipo de privilegio. En mi caso, por ejemplo, tal vez no tengo el privilegio por ser mujer, pero sí por ser cristiana. No cuento con el privilegio de pertenecer a un clase socioeconómicamente alta, ni media, pero he tenido el privilegio de la accesibilidad a la educación; entre otros. Estar clarx de estos privilegios en ti, te permite acercamientos genuinos, cuidadosos con los demás, y te permite ver de qué manera puedes aportar a una mejor sociedad. 

Ahora bien, tal vez te estés preguntando, ¿cómo puedo reconocer mis privilegios? Aquí te comparto algunas sugerencias de qué hacer para poder comenzar a reflexionar sobre los mismos:

  1. Muchos de los privilegios son heredados y/o los posees por naturaleza. La importancia de conocer el contexto histórico de la cultura a la que perteneces puede darte claridad en qué o cómo te diferencias del otrx, por ende que privilegios posees.
  2. Buscar material informativo sobre el tema, te permite entender con más claridad el tema, y por ende el ejercicio de reconocerlos. 
  3. Tener conversaciones con tus amistades y/o personas cercanas sobre el tema. El intercambio entre pares crea espacios donde se pueda facilitar la discusión. 

Impacto e importancia del privilegio social en la academia y espacio terapéutico. 

Previamente, mencionamos que el concepto de privilegio social en muchas ocasiones solo se ha discutido en espacios académicos, y la crítica no implica en que se deje de discutir en estos espacios sino, que se extienda a otros entes y se haga accesible la conversación para todxs. 

La importancia de enseñar sobre el privilegio social a estudiantes de la conducta humana debería ser invitar a lxs mismxs a que pasen por el proceso de reconocer sus privilegios de manera tal que estos no se conviertan en barreras terapéuticas. Al trabajar con el ser humano, sus subjetividades y las múltiples identidades que trae este sujeto al espacio terapéutico, implica un grado de concientización sobre cómo el otro nos percibe.

Estar clarxs de cómo nostrxs como profesionales en formación nos percibimos y qué elementos forman nuestra identidad, esto lograría facilitar el proceso de crear alianza terapéutica con el/la participante y de ser más culturalmente sensibles. 

Dicho conocimiento pudiese instruirnos sobre posibles contra transferencias y limitaciones que poseemos como terapeutas a la hora de trabajar con algún participante. Lo que nos ayudaría a dirigir nuestras futuras acciones, de manera que podamos siempre, velar por el bienestar de la persona de una manera ética y responsable. 

La invitación es, no desprendernos cómo sujetos sociales, sino empoderarnos de ese rol y  conocimiento para trabajar de manera más efectiva las realidades y/o asuntos que se presenten en el espacio terapéutico. 

 

 

Referencias:

Lugo, E. A. (2018). Privilegio revolucionario. Recuperado de http://www.80grados.net/privilegio-revolucionario/.

Dudda, R. (2018). Tribuna: Privilegio y  desigualdad. Recuperado de https://elpais.com/elpais/2018/03/26/opinion/1522059386_224351.html.

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