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This article is written by a student writer from the Her Campus at UPR chapter.
De camino a casa
Emanuel Pagán

Acabo de llegar después de un largo día en la universidad. A pesar de estar cansado de todo el stress que conlleva la vida universitaria, hoy estoy más contento de lo que he estado en buen tiempo, pero a la vez preocupado. Recibí un mensaje directo en Instagram de Marvel Comics preguntándome si estaba interesado en una plaza de trabajo con ellos y cuando podíamos reunirnos por Skype. A primera instancia, no lo podía creer, pues en las redes sociales se pueden hacer cuentas falsas que parecen ser de compañías reconocidas. Sin embargo, vi que el logo tenía el checkmark azul que da el indicio de ser la página oficial de la marca y que ha sido verificada. Cuando salí hora y media antes de la universidad que tomé el tren estaba con una sonrisa Colgate. ¡Esto es un sueño hecho realidad! En el éxtasis del viaje mítico que tenía en la mente había también ese sentimiento de preocupación, poco a poco tomando su espacio. Entonces me pongo los audifonos para callar toda esa negatividad. Decido que la canción de este viaje será “Don’t Stop Me Now” de Queen y me sumerjo en la melodía. ¿Quién pensaría que Marvel estaba pendiente a lo que subía a Instagram? Ellos reciben miles de tags diarios de fanáticos y celebridades. ¿Cómo pasó todo esto?

Se abren las puertas, mientras una voz dice: abriendo puertas, Estación Piñeiro…

De momento me entra un mensaje de texto:

-Llegué a Popeyes. ¿Por dónde vienes?

-(Shit!) Por la Piñeiro. Llego como en cinco minutos.

 

Cerrando puertas.

 

En ese momento se había acabado la canción. Voy buscando qué escuchar el resto del camino y cambié a “Second Chance” de Shinedown.

Ya hacía tiempo desde que mis gustos de profesión habían cambiado, pero no tenía el valor para contárselo a mis padres. No quería volver a fallarles y parecía que ya estaba pasando. ¿Será que salga vivo de esta? No sé. De igual manera, tenía que decirles todo esto. No podía dejar que esta oportunidad se fuera de mis manos. Cueste lo que cueste. Estaba decidido a empezar desde cero si era necesario. Este es mi momento. Respiro profundamente. I’m sorry (No soy el hijo que ustedes querían). Entonces miro por el cristal del tren y lo que veo son edificios llenos de graffiti, carros por todos lados y un cruzacalle que por todo lo bueno y justo no debe estar ahí. Cierro los ojos para concentrarme en la letra de la canción. Necesito un break. Se abren las puertas del tren. Esta vez no escuché la voz por el intercom. Ema, no estás bien y tu lo sabes. ¿Qué vas a hacer?

 

Se cierran las puertas.

 

De momento miro la pantalla y veo que marca la próxima estación: Roosevelt. Entonces veo el celular y me doy cuenta que tengo una notificación de hace tres minutos. Espera. Estuve tres minutos sobre analizando toda esta situación. Hoy no estoy para esto. Abro Whatsapp para contestar el mensaje que llegó.

-Brother, mira este video.

-¿De qué es?

-Deja que lo veas. ¡Te vas pompear! ¡¡¡PAPEH!!!

-Ok.

Le doy play. Mi mejor amigo de la escuela superior tiene una guitarra en mano y está hablando en una fiesta de la iglesia. Va tocando unos acordes mientras mira a su novia. Este le dedica una canción que habla de su noviazgo con ella. Entonces él para de tocar, la mira y le pregunta que si quiere ser su esposa. En ese momento me quedé frío. Me doy cuenta que ya tengo veinticuatro y no he logrado una cuarta parte de lo que quiero hacer. Ella respondió que sí y yo no tenía control de mi cuerpo. Tampoco es que quería estar casado a esta edad. Bueno, sí cuando quería ser normal. Termina el video y las emociones me sobrecogen. Estoy emocionado que mi mejor amigo de la high se va a casar, pero estoy preocupado porque no he cumplido con lo que se espera de mí y porque me siento ”retrasado” con mis planes. Aun así, me llena de felicidad saber que se van a casar porque vi cómo surgió la amistad entre ellos dos, los buenos y malos momentos. Así que empiezo a escribir un mensaje.

Llego a la estación Roosevelt y se detiene el tren. Borro el mensaje y lo llamo. Las puertas del tren se cierran, pero escucho la voz de un hombre decir por el intercom:

Estaremos unos minutos aquí, no hay comunicación con la estación principal.

– ¡¡PAPEH!! Esto se va a prender.

– Me alegro mucho por ti, bro. Acabo de ver el video.

– ¡Loco! Estoy trepao’ en la nube de Apple. Ella no se lo esperaba.

– El video esta chulo.

– Acho sí. Quiero que seas my best man. Bueno, el segundo.

– ¿Cuál es tu problema conmigo, papi?

– Ninguno. Si fuera por mi sería el number one. Es que el hijo de Tito, pues, tu sabes lo que pasó y estuvimos dándonos la mano todo este tiempo.

– Okay. Menos mal. Yo creía que se iba a formar un royal rumble.

– Pero lo que me tiene bien preocupao’ es que no tengo chavos para una casa. Entonces voy a tener que conseguir un apartamento pa’ nosotros dos.

– Pero ¿y el dinero que te ganas en tu trabajo no te da?

– No. Quiero buscar otro trabajo que pague mejor.

– Te entiendo, bro. Nos vemos que me escribieron en el chat de la directiva. Hablamos después.

– Dios te bendiga, papá. Saludame a tus papás.

– Amén. Se los digo.

La voz del intercom vuelve a resurgir para anunciar que el tren saldrá de la estación.

Me llega otro mensaje de texto:

– ¿Por dónde vienes?

– Estoy en Roosevelt. El tren se detuvo unos minutos.

-Ok.

Recuerdo que tengo el mensaje de la directiva pendiente. Entro, leo, contesto rápido y busco procesar todo esto con las influencias musicales de Hamilton. Mi quick fix es “My Shot”; la canción me da hasta llegar al fin del viaje. Entro a la galería de fotos para ver el screenshot de la conversación que tuve en Instagram con Marvel. Sé que cambiará mi vida porque estaré lejos de casa por primera vez en una aventura que no pensé vivir. Espero que mis padres entiendan.

Hato Rey, ya estoy a una parada de llegar. Tengo que prepararme para decirle a ambos este anuncio. Se me secan los labios nada más de pensar en la reacción que ellos tendrán. Dudo que termine felíz, pero lo voy a intentar. Además, me puedo quedar en casa de mi tía los primeros días. No me gusta la idea, pero tampoco se puede pedir mucho en este momento. También depende del estado que me pongan para trabajar: puede ser Orlando, California o, en últimas instancias, New York. El punto es entrar y luego puedo aplicar a otras áreas dentro de la misma compañía. ¡Espera! ¿Quién le acaba de dar like a mi post?

Uff. Estoy a una parada de que comience el principio del fin. Agarro mi bulto como almohada para relajarme estos últimos minutos que tengo en el tren. Antes de que se forme la tormenta. Mientras busco las palabras para hablar con mis padres. Practico algunos escenarios, hasta que escucho: Sagrado Corazón, ha llegado a su destino final. Coordino mis movimientos para salir del asiento y moverme hacia afuera del tren. Desde la plataforma puedo ver la Jeep roja que me espera. Respiro profundo para relajarme, pero no puedo. Los cachetes están más rojos que un tomate. Busco una canción que me controle un poco el show. Entonces suena la trompeta y rápido se une la orquesta de Santana al ritmo de “Iron Lion Zion”. Voy caminando hacia las escaleras mientras me enfoco en la canción. Empiezo a bajar la tensión, los escalones cada vez son más largos. No sé si quiero llegar a la guagua.

Llego al parking de Popeyes. Toco la puerta del pasajero y subo el bulto. Antes de cerrar la guagua respiro profundo. De aquí pa’ bajo es acapella. Montado en la guagua saludo y todo el protocolo, casi en automático. Una vez llegamos a casa se apaga la Jeep mientras trato de llegar lo más rápido a mi cuarto. Siento que voy a estallar. Con los cachetes coloraos’ y casi llorando me doy cuenta que esto va a ser doloroso. Crecer duele y no se si estoy preparado para lo que viene.

Tirado en la cama cierro los ojos. Practicando mi último discurso. Papá, mamá, les quiero decir… Eso no funciona. Papi, mami, no quiero ser… Tampoco de cantazo. Al rato voy a la sala. Me siento en el sofá, y no se como estar chillin’. Ellos están ahí en la sala y les digo.

– Ustedes no me van a creer lo que me pasó hoy.

– No sé. ¿Qué?

– Te llamo Lin-Manuel para hacer Hamilton 2.

– Eh…No. Aunque estaría súper que pasara eso.

– Ema, ¿qué pasó?

 

Se me secaron los labios y las palabras no salían. Estaba boquiabierto. A lo mejor pensaron que me volví loco.

 

– Dinos en confianza.

– Pues Marvel me escribió por Instagram si quería trabajar con ellos. El puesto que me ofrecen sería en una de sus localidades. Por lo que me tendría que ir de Puerto Rico.

Lo miro a él y no dice nada. Serio. Ella tampoco dice nada, pero le está ganando a Hulk. Bajo mi cabeza para no ver su descontento. Siento como dagas sus ojos sobre mi. Respiro.

– ¿Qué vas hacer con los estudios?

– ¿Tú no quieres ser doctor?

– ¿Dónde te vas a quedar?

– ¡Todo lo que yo invertí en ti!

Una lágrima baja por el cachete. Quiero ir a cumplir mi sueño. Mañana me doy de baja de la universidad. No quiero estudiar medicina. Pensé que estaba estudiando lo que me gustaba, pero no era así. Intenté lo mejor de mi para hacerlos felíz. Ahora me toca ser felíz. Los entiendo si no quieren apoyarme. Yo sé que no soy el hijo que ustedes querían, lo tengo claro. Los sigo amando a pesar de todo. De algún modo lograré pagarte para atrás todo lo que gastaste en mi para que estudiará medicina.

 

Un año más tarde, estoy viviendo en Orlando con un amigo que conocí en Puerto Rico y ya llevaba tiempo trabajando en los parques de Disney. En el apartamento estamos él, su novia y yo. Me preguntan si he sabido algo de mis papás.

– Hablando claro, no. Papi fue el que me llevó al aeropuerto, pero no hablamos en todo el camino. Creo que lo hizo por verme una última vez.

– Diantre, eso está fuerte.

– Mi familia se puso igual cuando me mudé para acá con ustedes.

– Such is life.

– Bueno, pero Ema no te preocupes, en algún momento se les va a quitar el enojo.

– Eso espero.

– ¿Cómo te va en el trabajo? Dame detalles.

– Pues hoy tuve la oportunidad de hablar con los hermanos Russo y quedé contratado para la próxima película de Avengers.

– ¡Dude! Hay que celebrar. ¿Haciendo qué?

– Les cuento cuando lleguemos.

– ¿Vamos a Chili’s?

– ¡Si!

 

De camino suena el celular. Cuando miro la pantalla no lo podía creer: Papá. De momento estaba en shock. Me preguntan si estoy bien. Solo muevo la cabeza. Contestó antes de que se tumbe la llamada.

 

– Bendición.

– ¿Cómo está todo por allá?

– Todo bajo control. Estoy de camino a Chili’s con los muchachos.

– Okay…Antier me encontré con una de las muchachas de la Academia que estudió contigo. No la que tocaba el piano, la otra. Me preguntó por ti. Si estabas bien. Me contó que trabajaste como guionista en una película de Disney y que las críticas lo resaltan.

– Wow. Con todo el trabajo no había estado pendiente, pero gracias por decírmelo.

– Eso no es todo. Ayer me escapé al cine y vi la película. Me gustó, aunque no es mi estilo de película. Estoy orgulloso de ti. Espero llevar a tu madre el domingo cuando salgamos.

– Gracias.Ya llegamos. Hablamos después.

 

Colgué la llamada y por primera vez lloré. Pero fue ese llorar que sana, que sientes paz. Me preguntaron si estaba bien. Sabía que sí porque mi viaje había terminado.