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This article is written by a student writer from the Her Campus at Albizu chapter.

La literatura indica que el Comer Emocionalmente es la práctica de utilizar los alimentos para sentirse mejor. Es decir, es el acto de ingerimos alimentos para satisfacer las necesidades emocionales, en lugar de ingerir alimentarse con la finalidad de satisfacer nuestras necesidades biológicas. Algunos ejemplos en los que esto se puede ver plasmado es cuando las personas comen helado cuando se sienta mal o pedir una pizza si está aburrido o solo. El Comer Emocionalmente se caracteriza principalmente por: sentir la necesidad urgente de comer; se antoja comer algo específico; se infiere grandes cantidades de este alimento y por lo general surgen sentimientos de culpa al terminar de comer. Es tipo de conducta suele ser aprendida en la niñez, esto se puede ver reflejado cuando los padres utilizan los dulces como recompensa por el/la menor realizar una tarea.

Cabe destacar, que en la cultura latina es común que se utilice la comida como recompensa o para celebrar una ocasión especial; y esto no necesariamente significa que es malo. El problema comienza cuando comer es el principal mecanismo de afrontamiento emocional, cuando el primer impulso se vuelve el abrir la nevera cada vez que está estresado(a), molesto(a), enojado(a), solo(a), agotado(a) o aburrido(a); quedando atrapado(a) en un ciclo poco saludable donde el verdadero problema nunca abordado. Esta problemática aumenta, luego que el rush de dopamina y glucosa al ingerir alimento vuelve a su normalidad, lo que por lo general desencadena comienza a juzgarse debido al consumo de calorías innecesarias, lo que trae sentimientos negativos que afecta la autoestima de la persona y le queda la confianza de poder controlar la situación. La mayoría de las comidas emocionales están vinculadas a sentimientos desagradables. Las cinco causas o triggers más comunes de la alimentación emocional son: el querer rellenar las emociones, comer por aburrimiento, hábitos infantiles, influencia social y estrés.

La primera de estas emociones busca silenciar temporalmente las emocionantes que nos estén incomodando que podría ser la ansiedad, resentimiento o miedo. La segunda, la persona ingiere alimentos cuando la persona comienza a sentirse aburrido, insatisfecho o vacío, y utiliza los alimentos para ocupar su boca, mente y tiempo. Este acto llena a la persona y evade por algún tiempo el posible pensamiento de que podría estar insatisfecho con tu vida. El tercero busca recrear recuerdos de comidas de infancia como por ejemplo comer pizza cuando cumples con una meta. Estos hábitos suelen trasladarse a la edad adulta en la que con gran probabilidad se realiza mucho menos actividad física, lo que agrava la situación. La quinta causa es la influencia social en que la persona suele comer solo por acompañar a la persona sin meditar si su cuerpo lo desea. Por otro lado, la persona podría ser influenciado por sus pares en comer en exceso o pedir un postre que realmente no le cabía. Por último, el estrés que surge por el estilo de vida acelerado que se suele llevar, produce altos niveles de la hormona del estrés; el cortisol. Esta hormona provoca los antojos de alimentos salados, dulces y fritos; alimentos que le brindan una explosión de energía y placer instantáneo.

Marielys is a Puerto Rican writer who is passionate about psychology, reading and self-care. She is currently working on her Master’s degree in Counseling Psychology at Universidad Carlos Albizu. She sees the glass half-full and loves to make people feel good about themselves. Her mantra is love, understanding and positivity.
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