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This article is written by a student writer from the Her Campus at Albizu chapter.

 

¿Alguno de ustedes han tenido de esos momentos que te hacen decir yo soy antes y después de X evento?

Para algunas personas, pueden ser el nacimiento de un bebé, la muerte de algún ser querido, algún accidente, leer un excelente libro, entre otros. En mi caso, he tenido varias experiencias que han sido así, un antes y un después. Esta que comparto con ustedes ha sido una de las mejores enseñanzas que he tenido durante estos últimos dos años. Y la cual ha sido clave para todo lo que me ha pasado luego de eso. En mi caso fue un semestre universitario. ¡Qué semestre!

Me encuentro realizando una maestría en Psicología Industrial Organizacional. La estructura del programa está diseñada para personas con mucho tiempo libre o mucha flexibilidad. Sabiendo esto, y teniendo un trabajo full-time de 40 horas semanales, me matriculé en el bloque completo. “Mariely, ¡tú puedes!”, me dije, “5 clases y una práctica, y tienes un trabajo a tiempo completo de lunes a viernes, tranquila que encontramos el tiempo”. ¡Que ingenua fui!

En ese momento, el plan era que debía permanecer con la corriente, no debía salirme del grupo con quien había comenzado, además, me atrasaría si no lo hacía de esa manera y el plan era terminar esta maestría en dos años, no más que eso.

¿Qué pasó?

De más está decirles que el semestre fue horrible. A pesar que todas las clases se complementaban y toda la información que me encontraba recibiendo era espectacular y me encantaba, no encontraba el ritmo. Siempre estaba cansada y sabía que no estaba sacándole el máximo a todo eso que estaba estudiando y pagando. Teníamos tanto que hacer que no había tiempo para adelantar nada, todo se trabaja cercano a la fecha de entrega. Bueno, les digo que ha sido el peor semestre de todos mis estudios. Desde las primeras 3 semanas, sentí los niveles de estrés como nunca los había sentido y así continuó hasta el final del semestre. A pesar de todo eso, llegó mayo y por fin se acabó la tortura. Todo estaba bien, hasta que llegaron las notas.

De las 5 clases y la práctica, solo pase 3 clases y la práctica. Las clases más importantes, que eran de mi concentración y eran pre-requisitos para poder continuar con el próximo bloque como estaba previsto, no las pasé. ¡Se imaginan como me sentí! De todo pasó por mi mente; tanto esfuerzo, tantas noches perdidas, tantos fines de semanas trabajando en grupo ¿para qué? ¿Cómo pensaste que podías con todo esto? Fueron algunas de las preguntas y pensamientos que pasaron por mi mente.

Luego de botar el golpe, me senté a restructurar mi plan porque ya no serían dos años, culminaría la maestría en 3 años; ya que las clases que no pasé las daban en fechas específicas y no había manera de tomarlas antes, tenía que esperar.

¿Qué aprendí?

Que no hay nada malo en desaprender. No hay nada malo en no ir con la corriente. Que no es como yo quiera, si no como el universo disponga. Entendí que esta carrera no es con nadie más, solo conmigo. Haber tenido la bendición de no pasar esas dos clases, me ayudó a redirigir el enfoque y la energía a lo que verdaderamente importaba en ese momento. Luego de ese mayo de 2017, llegaron oportunidades que jamás pensé que iba a tener y las cuales pude visualizar claramente cómo realizadas. Gracias a no haber pasado esas dos clases, tuve por obligación que bajar la carga académica, de otra manera no lo hubiese hecho.

Luego de eso, he podido disfrutarme más las clases y aprender como realmente me gusta. Tuve la oportunidad de repetir las dos clases y puedo decir que ahoraaprendí lo que en ellas se dio. Además, esta oportunidad me llevó a otra faceta que quería, pero no sabía cómo llegaría a ella. Comencé como presidenta de un proyecto que me encanta y el cual me ha ayudado a desarrollar más mis destrezas de liderazgo y escritura. Tener la oportunidad de liderar este proyecto, ha sido clave para otros que han llegado y todos los demás que llegarán. Definitivamente en ocasiones hay que dar dos o tres pasos hacia atrás, para poder continuar con más fuerza.

Hace unos días comencé mi tercer y último (no planificado) año de maestría, y sé que será el mejor. No solo porque será el último de la maestría, sino porque, he visto y sentido que menos es más y a mi ritmo siempre será mejor.

Entendí que, de qué vale correr el maratón si no nos disfrutamos el camino.

 

Un abrazo ;)

 

Mariely is a Puerto Rican writer who is passionate about personal and professional development. She is currently attending Carlos Albizu University in San Juan PR to get a PhD on Industrial and Organizational Psychology. She loves to read, write, take trainings and everything that helps her grow as a human being and professional.