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Carta a los hijos de padres con diagnóstico de enfermedad gastrointestinal

This article is written by a student writer from the Her Campus at Albizu chapter.

Según el “Medical Social Security Institute”: “las enfermedades gastrointestinales se definen como las enfermedades que atacan el estómago y los intestinos las cuales generalmente son ocasionadas por bacterias, parásitos, virus y algunos alimentos como leche y grasas, aunque también existen algunos medicamentos que las provocan. Dentro de los síntomas de dichas enfermedades está la diarrea y por consiguiente la deshidratación.” ( Instituto Mexicano del Seguro Social, 2015)

Definirlas es una antesala para poder conocerlas mejor e interesarse por indagar sobre los tratamientos más eficaces para tratarla. Nosotros, como hijos debemos cumplir con orientarnos para poder proveer el trato adecuado y así poder evitar llegar al punto de sobrecargarnos emocional o físicamente. Ahora bien, no todo estriba en conocer también hay que llevar a cabo ese conocimiento, actuar conforme a las indicaciones médicas. La clave es orientarse y actuar.

A ti hijo, no culpes a tu padre por la gravedad que pueda estar atravesando producto de su enfermedad gastrointestinal. Pasar días sin comer o noches con diarrea ciertamente no es agradable. Ante condiciones en específicas, se vuelve incontrolable. En ocasiones, los medicamentos únicamente minimizan el dolor y no erradican los efectos posteriores de la condición. Hay que tener presente que las enfermedades intestinales no discriminan sexo o edad; las consecuencias se manifiestan con el paso de los años. Una pizza a las 12 de la media noche o una empanadilla de ceti a las 3am, pueden ser deliciosos al momento de alimentarte con hambre, pero eventualmente se convierten en un potente tóxico fecal. Puede parecer irónico, pero existen alimentos altos en aditamentos que potencian la gastritis, los pólipos estomacales, las náuseas, el ardor de estómago, los gases, los calambres abdominales, las hemorroides y el trastorno por sobre-ingesta compulsiva. Ahora bien, no podemos andar inhibiendo a nuestros progenitores de todo tipo de alimento. Recurrir a la represión o a la exageración, nunca será un mecanismo de ayuda para ellos. Lo ideal es hallar un balance, así como dice Freud tras definir la función principal del EGO.  El que persevera triunfa, compañero. No desistas de asistir a las citas médicas con tu padre, madre o hermano trastocado por la enfermedad. Persiste hasta sentir que has podido dar lo mejor para contigo mismo y para con esa persona especial. Los calambres estomacales o “retortijones” pueden ser un motivo de dolor para quien lo padece y de frustración para quien ejerce como cuidador. Sus efectos suelen ser ascendentes como las contracciones al momento del parto. En ocasiones ves vómitos, gritos, dolor y sufrimiento, no desistas; repito, no desistas. Usualmente, cuando el universo conspira y Dios te permite pasar por este tipo de experiencia es porque tiene constancia de tu potencial y capacidad de salir airoso ante la situación que te aqueja. Nunca pierdas la fe; más allá de la esperanza está el amor. La enfermedad puede que sea pasajera o a largo plazo, nunca dirijas tu enfoque únicamente en el tiempo de padecimiento. Más bien, dirígelo hacia ese amor de padre, amor de hijo y amor de hermano que te caracteriza. El amor nunca termina y aunque nos toque observar y ser compañeros de nuestros seres queridos en proceso de desvanecimiento físico siempre debe persistir la fe, un signo de crecimiento espiritual. La espiritualidad es la única arma que alienta al intelecto en situaciones de dolor. La creencia de persistir en un mundo humanista o en una experiencia sobrenatural, asienta al individuo, pero cuidado; mucho cuidado. Aferrarse a la vida o la muerte puede ser un detonante al proceso de desintoxicación y recuperación. La dirección nuevamente; no debe ser forzada por ninguna fuente que no sea la del propio individuo. Puede que haya momentos de delirio, de amnesia o de comportamientos extraños como efecto de la enfermedad gastrointestinal. Nuevamente; no desistas. Cada momento es una oportunidad de crecimiento; nadie merece lo que no quiere y no ha querido nunca por cuestiones de la gravedad de su enfermedad. Respetemos su individualidad, aunque nos parezca no tener sentido. Toda persona se caracteriza por sentido del YO, no pretendamos suplantarlo. Para concluir, compañero hijo de paciente, no olvides el refrán “hijo fuiste padre serás, lo mismo que hiciste así lo veras”. El tiempo es ahora; oriéntate, actúa y aspira a la mejoría espiritual para que sea cual sea la permanencia de esa persona en este mundo puedas decir eventualmente, yo di lo mejor de mí. 

*Fotos cortesía de Pinterest 

Referencias:

1. Instituto Mexicano del Seguro Social . (2015). Enfermedades Gastrointestinales . Marzo 17, 2016, de Instituto Mexicano del Seguro Social Sitio web: http://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/enfermedades-gastrointestinales